Llega una gran fiesta, en la que llenamos la casa de colores, los niños esperan ansiosos la cabalgata y los adultos van de reunión en reunión, trabajo, amigos, familiares… para estar en todo en estas fechas tan señaladas.
La Navidad también es tiempo de hacerse promesas, las cuales cumplimos o volvemos a repetir año tras año. Igual este es el año de plantéate hacer algo más que lo que siempre has hecho, ¿no crees?
¿Qué es realmente el espíritu navideño? ¿Qué es exactamente el fin del año?
Pensamos que la vida es estática y, por ello, cada vez vivimos más deprisa, sin disfrutar de los pequeños momentos, hasta el punto de que perdemos la noción de lo que, momento a momento, vamos construyendo en nuestra vida.
Muchas personas adultas, cuando llegan a la consulta comentan que estas fechas están cargadas de nostalgia, por los que ya no están, por no sentirse bien con la obligación de ir a comer a casa de uno y de otro, porque de pequeño lo había pasado mal, o porque simplemente no quiere ver a alguien en particular en una comida o en una situación.
Tenemos que volver a ser niños, donde de nada hacíamos un cuento, donde algo tan pequeño como el adorno de un árbol era la ilusión más grande, era el momento más feliz, porque tan solo teníamos tiempo.
Tantísima ilusión de decorar, de llenar de luces y colores, de esperanzas y de ilusión, de aquel juguete,… Simplemente de ver la cara de alguien al que siempre hemos soñado.
Seguro que dentro de tu corazón hay un momento de estos, hay un momento de ilusión, de ganas, de Navidad.
Recuerda aquel juguete que tanto deseabas y que te dieron, o aquel momento que esperabas con mariposas en el estómago y con los ojos bien abiertos para no perderte nada. Eso es el espíritu de la Navidad, detenernos en el tiempo para vivir una ilusión, sin prejuicios, sin cuestionarnos nada y sin limitarnos.
Dejemos de pensar que va a suceder, o a quién y cómo nos vamos a encontrar. Empieza a diseñar realmente qué es lo que quieres, qué es la ilusión que hoy tienes y, si no la encuentras, crea una de nueva.
Vuelve a soñar como un niño, siendo consciente de que puedes hacer tu sueño realidad, solo te hace falta tu ilusión, creer en ti mismo y compartirlo con los demás.
Cuando te sientes bien contigo mismo, tu entorno lo ve, y también quiere compartir tu bienestar. Contagia tu alegría en los demás, comparte tu ilusión, tus vivencias positivas,… muéstrate tal y como eres. Regálate un compartir, regálate el ser tu misma.
Permítete soñar para encontrar tu ilusión y volver a brillar una vez más.
Mi deseo para estas navidades es que por un instante todos seamos niños esperando la ilusión y la alegría. ¡FELICES FIESTAS!
Karina Rando